Camino de Santiago planetazul
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Breve Introducción
 
Son diversas las razones que han llevado a lo largo de la historia a personas de todo el mundo a recorrer los distintos caminos que llevan a Santiago, a pie, a caballo, en bicicleta, unos movidos por motivos religiosos, promesas, retos personales o deportivos, afán de superación o simplemente por atractivo turístico.
 
A todos los peregrinos nos une una energía especial que nos empuja a seguir caminando a pesar del cansancio, a mirar hacia adelante a pesar de ser azotados todo el día por la intensa lluvia, el frío o el viento, a no darnos por vencidos mientras nos ajusticia el sol en una dura subida, pero, ¿cual es el verdadero y profundo motivo que nos lleva a embarcarnos en tal aventura?
 
Tras reflexionar sobre ésta pregunta, quizá no encontremos una respuesta clara, pero posiblemente en nuestro caminar diario sí que descubramos que existe una sed más insoportable que la que nos produce el sol en una dura subida, y es la sed de aventura provocada por una vida demasiado ordenada por otros, llena de valores materiales y sumida en un frenético ritmo sin un destino muy claro, una vida cómoda, monótona, estandarizada y alejada de la verdadera esencia del hombre. Quizá necesitemos sentir que tras un duro día en nuestro camino azotados por la lluvia, el frío o el viento vendrá un momento de calma y recompensa, y al día siguiente, un nuevo amanecer con sol y renovadas fuerzas. Quizá caigamos en la cuenta de que lo importante no es el lugar donde nos lleva el camino, sino el propio camino recorrido y las personas con las que lo has compartido.
 
Sea cual sea su motivo, personas de todo el mundo, aunque sea por unos días, caminan juntos en el mismo sentido y bajo una misma lengua, la del compañerismo y la convivencia, la de la solidaridad y el respeto. Demostrándose a ellos mismos y al mundo entero que todos podemos caminar juntos, con distinto fin pero hacia el mismo destino y compartiendo el mismo camino, amparados todos bajo un cielo de libertad y respeto.
 
   
   
Nuestra experiencia
Se dice que el Camino de Santiago comienza en la casa de cada uno. Bien cierto es, pero habitualmente la mayoría seguimos las rutas históricas y tradicionales para hacerlo.
Nosotros elegimos el camino francés, el más popular de todos los recorridos y por lo tanto también el más concurrido. Lo elegimos pues es el más preparado en cuanto a infrestuctura (albergues, etc.) y señalización, pensamos que era el más apropiado para ser nuestra primera vez.
Decidimos eligir una fecha no muy concurrida como son los meses de verano, así que optamos por hacerlo en el mes de Abril, y no nos equivocamos pues se puede hacer sin el agobio de no tener sitio para dormir en los albergues o que éstos estén demasiado llenos, lo que puede convertir el camino en una carrera por encontrar una plaza, algo muy desaconsejable. Eso sí, el tiempo no está asegurado y a nosotros nos pilló un mes de Abril muy lluvioso y frío en toda España. Pero bueno, como el tiempo en ningún caso puede estar asegurado, no debe ser causa de abatimiento en el camino.
Por falta de tiempo, algo muy común entre los peregrinos, no pudimos hacerlo entero, así que elegimos la ciudad de León como comienzo. Lugar muy recomendable para hacerlo si no dispones de muchos días libres, pues desde León se puede llegar a Santiago en 12 etapas perfectamente. La mayoría de las guías sobre el Camino así lo indican, aunque nosotros no seguimos los finales de etapa que éstas suelen marcar sino que lo hicimos a criterio propio.
Así que la experiencia aquí contada no pretendemos que sirva de guía sino que intentamos compartirla con todo el mundo que vaya a hacer el Camino de Santiago o que ya lo haya hecho. De todos modos, incluimos información práctica y fotografías que pueden servir de ayuda.
 
 
 
 
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